La Cofradia

Comienzos de Junio de 2004; Durante una salida al centro de Lima, algunos participantes de un taller de fotografía decidimos hacer una escala técnica en el bar Cordano; sentados en una vieja mesa del igualmente viejo bar; Butifarras van, café viene y el olor a historia de aquel bar que nos retiene, nos decidió a organizar nuestras propias "expediciones" fotograficas, con un añadido de aventura y buena meza.

Wednesday, February 09, 2011

El extraño caso de Teodoro Candioti

Febrero 07 de 2011
Lima


Como preámbulo diré que habiendo realizado el registro gráfico de algunos cementerios patrimoniales, criptas y panteones, no me resulta inusual recibir algún pedido privado para la ubicación y retrato de la lápida de algún hidalgo de heroico legajo o de alguna dama de alegre historial, que sin más alternativa tuvo a bien dejar sus huesos en estas tierras y que por algún motivo su imagen resulta esquiva a la seria investigación genealógica o a la simple curiosidad de sus descendientes. Pagados honorarios y gastos, y mientras el ilustre finado acceda a quedarse quieto para la foto, normalmente acepto de buen grado y con absoluta confidencia, tan extrañas asignaciones. Pero mejor pasemos al relato:

Era viernes cuando recibí correo de Don Carlos Candioti, natural de Santa Fe, Argentina, pidiéndome retratar la lápida de Teodoro Candioti, antepasado suyo que vino al Perú en el siglo XVIII como Mayordomo Mayor del Palacio del Virrey, a dejar en estas colonias la cimiente de su apellido por derecho propio y sus huesos por ensañamiento ajeno. Me fue proporcionada ubicación de la lápida e historia del suceso. Historia muy peculiar que merece ser contada y que me permito narrar a continuación:

El 5 de Octubre de 1716, Carmine Nicolao Caracciolo, de origen Napolitano, 5º Príncipe del Santo Buono y Grande de España, a pesar de ser Italiano, toma posesión de su cargo como Virrey del Perú, con órdenes expresas del rey de España de poner fin al contrabando francés. Con él viene Teodoro Candioti, Veneciano de origen Cretense afincado en España, como Mayordomo Mayor de Palacio, acompañado de su esposa e hijos.

Demás está decir que el Virrey no pudo vencer el contrabando ni la corrupción y en menos de cuatro años, para el 20 de Enero de 1720, ya había dimitido. Las camarillas, conspiraciones y corruptelas en funciones, no sólo la tomaron contra el Virrey, sino también contra el pobre mayordomo que, víctima de las intrigas de palacio, fue a dar con sus pecados a los calabozos secretos de la Santa Inquisición acusado de tres graves delitos:

- Estar circuncidado.
- Afirmar que San Moisés, fue un gran santo que tenía un altar en la parroquia de su pueblo.
- No acatar apropiadamente el ayuno en vísperas de natividad.


Nunca sabremos si el gran eclipse total de 1720, que obligó a encender los candelabros de Lima a mediodía, lo vio con sus propios ojos o sólo escuchó el relato del suceso como rumor de calabozo, pues según consta en los Registros de la Historia de la Inquisición, para 1722 ya era huésped crónico de un santo calabozo, y cito textualmente:

“…había sido preso i puesto en cárceles secretas por los años de 1722 (i quizás antes) don Teodoro Candioti, vecino de Lima, al parecer de origen italiano, casado i con hijos españoles…”

Si bien ya era malo ir a parar a las mazmorras del Santo Oficio, era peor aún hacerlo en medio de una gran peste que se llevó en 1726 de estas colonias, en viaje sencillo a los avernos y sin necesidad de visado, a más de 60,000 almas, incluida la de Teodoro Candioti, en un solo convoy. segun consta en registros de la Inquisiciòn:

"...y en la audiencia de diez y nueve de dicho mes y año, el alcaide avisó que habiendo dejado a las once de la noche del día antecedente algo más aliviado de su accidente a dicho reo y en su compañía el preso que había ordenado el Tribunal, volvió a las cinco de la mañana de dicho día a visitarle y le había hallado difunto, y que el preso que le asistió, le dijo que había ayudado y exhortado a dicho reo, como católico cristiano, y que había muerto como a las cuatro de la mañana..."

Y fue asi como el mayordomo mayor de palacio dejo este mundo, con mohosas cadenas por toda librea, a las cuatro de la madrugada del 19 de mayo de 1726.

Algún buen e influyente amigo habrá tenido Teodoro Candioti en vida, pues para noviembre de 1728 se expide una carta, que obra en los registros de la Historia de la Inquisición ordenando se exhumen sus restos de los calabozos donde fueron enterrados, se les dé cristiana sepultura y se limpie su honor y el de sus descendientes tal como se puede leer en el siguiente fragmento:

“…Muy poderoso señor. En carta de veinte y cuatro de noviembre del año próximo pasado, de setecientos veinte y ocho, se sirve Vuestra Alteza, al último capítulo de ella, mandarnos hagamos sacar los huesos de don Teodoro Candioti, de la sepultura en que fue enterrado y se lleven a la iglesia parroquial secretamente, en donde se les dé sepultura sagrada y se siente la partida en el libro de entierros de dicha parroquia, el día en que murió, no poniendo en ella que murió en las cárceles, sino en esa ciudad, lo que se hiciese saber a la viuda y herederos por si quisiesen sacar dicha partida de su óbito, y que si dicha viuda o sus herederos pidiesen certificación de no obstarles la causa seguida contra dicho don Theodoro, no sólo se les diese de no obstarles para oficios públicos y de honra, sino también para oficios del Santo Oficio. Y en su cumplimiento, noticiamos a Vuestra Alteza que por la certificación que remitimos, con carta de veinte y tres de diciembre de setecientos veinte y siete, habrá constado a Vuestra Alteza la diligencia que ejecutamos de dar sepultura eclesiástica a los huesos de dicho señor don Theodoro, con todo secreto, en la iglesia del Colegio de Santo Tomás del orden de Predicadores, por cuyo motivo no se exhumaron los huesos para trasladarlos a la parroquia, pero se hizo asentar en el libro de entierros de ella, donde tocaba la partida de su entierro, en la conformidad que previene Vuestra Alteza, y pasando a noticiarlo a la viuda y herederos, resultó pedirnos luego certificación, la que se les mandó dar por un secretario del Secreto, en la conformidad que Vuestra Alteza nos manda en dicha carta citada. Asimismo presentaron las genealogías de don Antonio y don Juan de Candioti, hijos de dicho don Theodoro, pidiendo la gracia de familiares de esta Inquisición, la que nos pareció conveniente concederles, porque expresándose en la referida certificación que no les obsta para oficios del Santo Oficio, y teniendo la protección del Virrey y todo su palacio muy empeñado en favorecer a esta familia, recelamos que atribuiría a voluntaria negación nuestra lo que supondría muy regular el Orden de Vuestra Alteza, y así tuvimos por preciso despacharles títulos en la forma que en virtud de particular facultad del señor inquisidor General, en carta de seis de junio de seiscientos y setenta y seis, se acostumbra con los interinarios en este Santo Oficio, porque, aunque discurríamos excusarnos con el motivo de extranjería, todavía en el supuesto de dicha certificación y que no se atribuye la negación a impedir el orden de Vuestra Alteza y del empeño del Virrey, nos pareció no ser bastante para certificarle».

No me extenderé con la historia de sus tres hijos y su linaje, que resulta tan o más interesante que la del propio don Teodoro, pues es tarea que dejo a sus descendientes para que sea narrada con más seriedad y detalle.

Pero si alguien quiere visitar hoy en día al infortunado Don Teodoro Candioti, vaya pues a la Iglesia de San Carlos, actual Panteón de los Próceres, examine detenidamente el zócalo del lado derecho de la nave principal, a pocos metros de la entrada hay un vano con proclamas de bronce y mármol en los muros, y la tumba de don Antonio Correa Ureña en el piso, si se mira con más cuidado, en el lado derecho y directamente sobre el zócalo está la descolorida lápida de Don Teodoro Candioti, Mayordomo Mayor de Palacio. Al visitarlo; si ha leído Ud. este articulo hágale una reverencia, o dos si además está Ud. circuncidado.

Texto y Fotos: © Carlos García Granthon
Todos los derechos reservados


Actualización (15/02/2011) .- Al parecer el sufrido Sr. Candioti no ha podido "descansar en paz" como es debido, pues según una fotografía del archivo Florian Paucke, en Santa Fe, Argentina, tomada en la decada de los 40's (Ver Foto Aqui); su lápida fue movida de lugar, un metro a la derecha, en 1971 para dar cabida a la placa de bronce que conmemora el sesquicentenario de la independencia del Perú, tal como se aprecia en la foto actual a la izquierda. Y la impresionante talla en madera del Cristo crucificado que marcaba su tumba, fue trasaladada unos 20 metros hasta el descanso de la escalera que conduce a la cripta.

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1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Súper interesante, como sabes los cementerios (y las antiguedades y la investigación) me encantan. He leído también otros fragmentos de ese registro de la Inquisición... gracias, qué bueno que ya no existe! no?

y cierto, tremeeeendos pecados los del Sr. Candioti

Saludos,

Paola

7:41 AM  

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