El Panteon, el Ceviche y la Boda
Las 4.30 p.m.; era nuestra primera salida oficial después del asalto navideño que casi acaba con nuestras aventuras; aun con los equipos a medio reponer (versión beta); Paul y Arturo me esperaban en la puerta de la casona de San Marcos, una de las tantas "locaciones" de la vieja Lima que nos falta registrar.
El taxi me deja en la esquina del jr Cotabambas, a 20 metros de la puerta, pero.. Ups! La reja esta cerrada!, un ciudadano me informa que el único acceso abierto es por el jr. Azangaro... Diablos!; tengo que darle toda la vuelta a los mas de 500 metros de perímetro del parque, con el equipo al hombro (y a la vista!); bueno, ni modo, no sé que tan rápidos sean los ya famosos escaperos, carteristas y pirañas que laboran incansables en las inmediaciones; pero fotógrafo asustado... corre mas!; Trípode al hombro y maletín en mano, arranco la carrera, llego a la esquina de Abancay, esta atestada de gente, salto el metro setenta de un loco calato tendido a lo largo de la vereda, una patada casual a los palitroques del malabarista que espera el semáforo para hacer sus piruetas, el inevitable encontronazo con el predicador que sermonea en voz alta a los fantasmas del parque. alcanzo la otra esquina; esquivo a la ancianita a costa de un rodillazo al poste (hasta ahora me duele!, pero era eso o patearle el bastón), al fin; línea recta, despejado y nadie me persigue!. Un minuto después ya estoy en Azangaro y sin Novedad! o... tal vez no paso nada porque pensaron que yo también era del gremio, y corría por que le acababa de "levantar" el equipo a algún turista?.
Ya en la puerta de la casona, Arturo me da la mala noticia;
- ...nos quieren cobrar por dejarnos tomar fotos- que fregados!, y cuanto?
-15 soles-Pucha, mas caro que cualquier museo!, pero si ya vinimos hasta acá...
-No, no me haz entendido; 15 soles POR CADA FOTO QUE TOMEMOS!!!!, si hasta tienen su tabla de tarifas según formato.
-Joder!; y yo que corría de los delincuentes del parque...
Dimos media vuelta, pensando en ir al Cordano, a chequear nuestra muestra (ya sale la crónica) y reorganizar la salida, cuando nos percatamos que el Panteón de los Próceres estaba abierto; asomamos la cabeza por la puerta y vimos a tres soldados en una mesa:
- se puede ingresar?
- Si señor; pero tienen que pagar un sol por persona
- y... dejan tomar fotos?
- Si
No habían terminado de rodar las tres monedas de níquel sobre la mesa, cuando Paul ya estaba encaramado sobre el altar del fondo, Arturo había desplegado su trípode en medio de la nave principal y yo había descendido hasta el sótano para fotografiar los féretros. Que calor que hace en ese sótano!, aunque de techo mas bajo, es muy similar al sótano de La Cripta de los Héroes; bóveda central de mármol, catafalco elevado al centro bajo un tragaluz oval con vista a un vitral lateral del primer piso, salvo por que en este caso la estructura la constituye una antigua capilla; se diría que ambas edificaciones pertenecen a una misma escuela arquitectónica.
Había hecho un par de tomas cuando... escucho una discusión arriba; es la voz de Paul, arrinconado por una morocha en uniforme de campaña, con grado y modales de sargento, que lo doblaba en peso y estatura; según pude oír por el tragaluz, le increpaba que cuando nos dijeron que si podíamos tomar fotos; se referían a "fotos recuerdo", con cámaras "domesticas" y no a permitirnos tomar por asalto la plaza, con equipos profesionales de todo calibre, sin previa autorización escrita de su comando. Bueno, no es la primera vez que me echan de algún lugar y ... yo ya había hecho un par de fotos!
Reagrupados en el Bar Cordano, una gaseosa nos repone del calor y salimos a recorrer la Plaza Mayor, pero... literalmente; "No hay nada nuevo bajo el sol". Un inusual movimiento de personas en la Capilla del Sagrario llama nuestra atención; es una boda, la puerta esta abierta y la iluminación interior encendida; así que... pasando por fotógrafos de la boda nos infiltramos en la ceremonia para las tomas de rigor; Arturo instala su trípode en medio de la alfombra roja, a escasos seis metros detrás de los novios, Paul se va por los laterales y yo me quedo en la puerta. Hacemos algunas tomas hasta que los invitados nos empiezan a mirar extrañados, pues hace 15 minutos que estamos ahí y nadie se preocupa de enfocar a los novios; salimos, Arturo se despide y yo acompaño a Paul a hacer una ultima ronda por las inmediaciones, que se vería coronada con un estupendo atardecer de la torre de Santo Domingo en contraluz, tomada desde un parapeto de concreto en el paseo Chabuca Granda. Parapeto que mi golpeada rodilla se negaba a subir, gracias a la ancianita del parque (la próxima le pateo el bastón!)
De vuelta en el Cordano, para la hidratación de rigor, tres turistas; un hombre y dos chicas, acompañados por una guía, conversan en una mesa próxima; El saca una cámara reflex digital a la que no alcance a ver la marca, pero era una de esas de mas de cuatro cifras de Euros (sin impuestos), y la pone en la mesa sobre un pequeño trípode. No sé bien como fue, pero el sonido a chapoteo con coro de improperios en idioma desconocido me hizo voltear... con pena veo que la delicada y costosa obra de ingeniería electrónica, hacia el "muertito" inmersa en el jugo de Ceviche del plato de una de las chicas, mientras la otra retiraba los yuyos y trocitos de camote salpicados a su bitácora de viaje, para poderla exprimir apropiadamente. El dueño de la cámara con expresión de "señor, por que a mí!" solo atinaba a refregar desesperadamente el lente con una áspera servilleta del bar, también empapada en ají, sal y limón... de verdad me dio pena, le alcance un trozo de papel especial para limpiar lentes, me dieron las gracias y se marcharon... estoy seguro que esa cámara nunca volverá a ser la misma de antes.
En ruta de retorno se nos ocurrió pasar por San Francisco, también había boda, pero ya estaban de salida, yo me quede dentro de la iglesia vacía, pero aun totalmente iluminada, para hacer algunas tomas mientras Paul se despachaba toda una sesión fotográfica en el atrio con los novios, la carcochita y el farol. Ya nos disponíamos a irnos cuando... Otra boda!. Aplicamos la misma técnica del Sagrario, y nuevamente pasando por fotógrafos de los novios, nos desplazábamos a nuestras anchas por toda la iglesia iluminada, en plena ceremonia, sin que nadie nos diga nada. Salvo por los "verdaderos" fotógrafos de la boda, que en vez de hacer su trabajo y temiendo que les serrucharamos el piso, se dedicaron todo el tiempo a pararse enfrente de nosotros para obstaculizarnos el encuadre. En un momento parecía que se ejecutaba un vals entre Paul y el camarografo, junto al cura y en plena misa para deleite y futuros rajes de los invitados. Aun se deben estar preguntando por que enfocábamos los altares, la cúpula, los púlpitos, etc. y a los novios... nada!
Las 9:00 p.m; hora de retirarse hasta.... hasta la próxima aventura!
Carlos
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